LAS LECCIONES DEL REMEZÓN

«Abraza a tu enemigo, porque en él encontrarás a tu mejor maestro» dice un monje tibetano en la película esa de Brad Pitt haciendo de montañista austríaco. Y bueh, aunque no se deba bajar los brazos con el tema de la reconstrucción post-terremoto, sí podemos tomarnos un alto y revisar algunas lecciones que nos dejó el último zuácate que sacudió la larga y angosta faja.

Así que veamos el vaso medio lleno (si es que quedó algún vaso bueno, claro).

1.- Mi mejor amigo es mi vecino: Ya fuera para armar milicias urbanas con palos y cuchillos, y proteger lo que el terremoto no se llevó, o para hacer ollas comunes y optimizar recursos, o para simplemente saber si el de la casa de al lado, ese que nunca saludaste, seguía vivo y no aplastado por su refrigerador, muchos chilenos descubrieron algo que ya sabían nuestros papás: la vida de barrio, conocer al vecino es algo importante y reconfortante. Es la vida en comunidad, que en algún momento hicieron ver como algo malo, cuando los inmobiliarios nos convencieron que el paraíso en la tierra era vivir en una casa en los suburbios, aislados del resto.

Mi mamá en Limache le convidó a toda su cuadra electricidad para cargar sus celulares y a cambio le llevaron una canasta con jamón, atún, arroz, y otras cosas que las mamás saben convertir en una comida como dios manda. Una amiga del trabajo (que viajó a Talcahuano a ver a su familia) se encontró un día vagando por ese puerto con urgencia de usar un baño. Golpeó la primera puerta que encontró y la invitaron a pasar.

Ese tipo de cosas, que hace 3 meses parecían impensables, son un patrimonio que habíamos olvidado y que no podemos dejar que se pierda, una vez que todo vuelva a una torcida normalidad.

2.- No necesitamos tanta mierda para ser felices: «la tecnología puede frenarte o liberarte» dice un comercial que justo-justo salió en la tele cuando escribía esto (es de Toshiba). Yo creo que nos hemos dedicado mucho más a lo primero que a lo segundo, y creemos estar comunicándonos cuando estamos sentados al computador. Esa ilusión se vino al suelo junto con los generadores y los postes eléctricos, y los plasmas (los mismos que robaban en Santiago y Concepción) los Iphones, las consolas, y un larguísimo etcétera, se convirtieron en 2 minutos y medio en estorbos para encontrar las velas, el juego de naipes y la radio a pilas.

En un taller que hicieron lotro día en la pega, una psicóloga decía que la gente está comprando menos cosas suntuarias después del terremoto. Es inevitable, de nuevo, pensar en los sabios padres, que compraban una lavadora y una tele para toda la vida y aparentemente las cosas servían. Otra señora recordaba cómo con el pan duro se hacían colegiales (que son unos dulces terrible ricos) y apuesto a que ya nadie hace eso. Eso es otra cosa que deberíamos conservar.

3.- La familia… y los amigos: ¿A quién fue los primeros que llamaron tras el sismo? No recibieron acaso correos o llamados de amigos radicados en la distancia, preguntando por ustedes y sus amigos? Ninguno de ustedes cenó con su mamá o papá o hermanos a oscuras el sábado en la noche? o para el apagón? Las grandes tragedias sirven para separar la paja del grano, y dejar a la vista aquello que por evidente, lo damos por descontado. La misión ahora es ampliar el «nosotros» y hacer que nos conmueva la suerte de más personas. En un país donde el promedio por nuca es de no más de 3 amigos verdaderos, me considero un afortunado, pero no un fenómeno. Todos podemos tener una red social sólida de la cual echar mano cuando más necesitemos.

4.- La solidaridad es una maratón, no una carrera de 100 metros planos: Yo también me conmoví con la Teletón flash y con los 40 mil millones, una cifra récord en muchos sentidos. Pero me conmovió más ver los miles de voluntarios que se ofrecían para ir a levantar casas, atender a los heridos o simplemente llevar una sonrisa con su arte a Constitución o Iloca. Este esfuerzo no debe decaer, y perdurar mucho más allá de reconstruido el país. Porque tampoco es que haya pedido la ingenuidad y sé que la reconstrucción nos dejará más o menos dónde mismo: con gente realmente pobre en lugares invisibles.

Ojalá no se necesite un huracán para recordarlo en dos años más.

Un abrazo a todos,
M.

4 comentarios sobre “LAS LECCIONES DEL REMEZÓN

  1. saludos lindo. le voy a decir una sola cosita AMO ESTE PAIS terremoteado, chaquetero,medio flaite…pero lo amooooo
    ( la pame hace los mejores colegiales de la region, sino del pais entero…se los esta perdiendo).
    mandele un besote a su hermano porfa.

  2. Don M. me alegro de saber que está bien, ya me había enterado por su hermano y como dice mi hermana, Chile tiene cosas malas, pero son más las buenas y en estos tiempos se ha visto la moneda por los dos lados… quedémonos con la buena.,.. con lo del colegial, creo que exageró, pero si quiere probar, ya sabe Coquimbo es una ciudad acogedora, un besote!

  3. como de costumbre vivito y coleando Mr malaquias…
    eso esta muy bien….que le hace le pescado al agua?…
    la familia por lo menos todos bien?…solo Anita estuvo flotando
    hasta que llego a la orilla…Juan Fernandez debe surgir..
    Ojala que este nuevo gobierno de tumbas y flores. se porten a la altura…de seguro el gasto social los tiene con dolor de guata…
    por aca tambien hemos tenido varias teletones…la mebajada chilena a estado canalizando esos recursos.
    Yo por aca todavia cagado de frio..el invierno sueco a sido uo de los mas crudos en su historia…. ahora esperando esos 60 dias de calor a medias….y mi nuevo viaje..que debo reecontrarmes con los vivos y los muertos..y por que no algun sismo de baja intensidad..
    un abrazo grande a las princesas..ximena y pamela…
    que para Coquimbo vamos…a probar un colegial o una colegiala..? (broma pameliana)
    nos vemos brocha..!!

Deja un comentario