CON OLOR A GLADIOLO

Gente toda. Heme de vuelta en Chile, tras una verdadera epopeya que vivimos con Dulcinea, mi madre y mi sobrina a través de Sudamérica. Gustoso les contaré detalles del viaje… pero no ahora. En lugar de eso, les regalaré un testimonio basado en la vida real (la mía) sobre POR QUÉ NO SE DEBE LLAMAR A LA OFICINA DURANTE LAS VACACIONES.

Estaba ya de vuelta en San Pedro de Atacama (el viaje empezó y terminó ahí) y me metí a mi correo. Un escueto mail de una colega decía «llámame» y eso hice. Al comunicarme con la oficina, me contesta la secretaria con este diálogo más o menos:

Ella: Malaquías ! Tanto tiempo ! Cómo van las vacaciones?
Yo: Hola ! Todo bien, lo he pasado la raja. Cómo está todo por allá? Alguna novedad?
Ella: Ja, ¿alguna?…. Se fueron todos.
Yo: Quiénes?
Ella: Tu jefa, Tapia, Recabarren y Andrada. Todos.
Yo: De vacaciones?
Ella: No.
Yo: Renunciaron?
Ella: No
Yo: ….
…
Yo: Los echaron? !!!!
Ella: Sí ! Quedó la cagá, los echaron a todos, a todos. El miércoles.
Yo: Y qué pasa conmigo??? !!
Ella: Nadie sabe.

La cosa es que, como la canción de los perritos, de los 20 que éramos, quedábamos ocho, y ahora quedan(mos) 4. Este lunes, tempranito, sabré si mi cabeza rueda con la de los demás, y debo buscarme mi banquita en la plaza, con el diario del domingo bajo el brazo. Así que porsiaca, si alguno de ustedes sabe de un trabajo para mentiroso profesional (periodista) hágamelo saber.

Yap, para que no se vayan con las manos vacías, les dejo esta fotito: Son las espaldas de Dulcinea, mi sobrina Javiera y mi señora madre, contemplando mucha agua que se cae de un barranco, en un hermoso espectáculo natural que he bautizado Cataratas, en este caso, de Iguazú.

 

Si les gustó la imagen, tengo 600 más, las vendo baratitas. Apoyemos al prójimo casi cesante.

Un abrazo,

Malaquías, con el popín a dos manos.